Licda. Laura del Castillo Savinon
Sub Directora Técnica
Consejo Nacional de Competitividad
La manera de hacer negocios ha cambiado en relación a décadas pasadas, en la medida en que los países han abierto sus mercados, en esa misma medida aumenta la cantidad de proveedores de bienes y servicios del mismo tipo, por lo tanto para poder ser competitivos se necesita agregar valor a los mismos, desarrollando y manteniendo ventajas con respecto a la competencia, buscando siempre obtener una diferenciación ventajosa.
Los llamados “commodities” o materia prima a granel, han perdido valor, siendo reemplazado por productos con un mayor grado de sofisticación, ya sea a partir de una innovación o por la adición de una característica distinta que lo hace único.
Hay muchos aspectos que inciden en la decisión de compra: calidad, diseño, precio, tecnología, por ejemplo, el valor de un banano puede variar si es orgánico o si viene lavado en un empaque donde su origen y calidad estén descritos. Al consumidor no le basta con saber que es una fruta que le aportara vitaminas, quiere conocer la historia que hay detrás de la misma, donde se cosecho y en qué condiciones llego hasta el anaquel del mercado.
Es esta diferenciación donde la propiedad Industrial juega un rol fundamental: las patentes de invención, diseños industriales, modelos de utilidad y los signos distintivos hacen que nuestros productos y servicios se diferencien de los demás, a la vez que impiden a nuestros competidores de copiarlos o imitarlos, dado que protege el derecho que al registrarlo obtenemos sobre el bien y el servicio.
En nuestro país la Propiedad Intelectual es un derecho fundamental, consagrado en la Constitución, en adición contamos con un novedoso marco legal, la ley 20-00 y una moderna Oficina de la Propiedad Industrial, la ONAPI, entidad que ha sido reconocida nacional e internacionalmente por su gestión de calidad. Sin embargo a pesar del gran esfuerzo por difundir el uso de las herramientas de la propiedad industrial dentro de las empresas dominicanas, salvo el caso de los nombres comerciales, su utilización ha sido muy precaria.
Continuamente se realizan en las empresas dominicanas creaciones e innovaciones, pasibles de ser registradas, y que pueden potenciar la capacidad competitiva de esas empresas y por consiguiente del país.
El uso de la propiedad Industrial como estrategia para competir, es una relación de ganar-ganar, desarrollando productos y servicios innovadores y de alta calidad que contribuyen al éxito de las empresas y a la construcción de nuestra imagen país.